Con nuevos conocimientos, por lo menos 19 familias del pueblo de Danta encontraron una oportunidad en la agricultura, gracias a una huerta comunitaria que da beneficio para el consumo de los habitantes y hasta ha generado ingresos a la población.
Hace año y medio inició el proyecto de intervención de la Fundación Berta Martínez, creada en 1983 con la misión de generar oportunidades de inclusión y desarrollo por medio de viviendas, educación y promoción de economía en comunidades con vulnerabilidad social, como lo es la comunidad de Danta, en el municipio de Sonsón, Antioquia.
Dicho corregimiento, tiene una historia de violencia por el conflicto que azotó a Colombia por más de 50 años. Danta principalmente tenía como actividad económica la minería y la ganadería. Con el proyecto “huerta comunitaria” se ha dado una nueva visión y aprendizaje a la agricultura, y para algunos, ha significado retomar una actividad descuidada por la población en los últimos años. El proyecto acoge a unas 19 familias que desarrollan los cultivos en unos 3000 metros cuadrados, cuentan con un invernadero, donde cultivan tomate, lechuga, apio y cebolla, cilantro, pepino, entre otros productos. Las hortalizas producidas están destinadas para el consumo de la población; sin embargo, con los excedentes se ha logrado una comercialización que deja ingresos para la comunidad.
Este proyecto ha escalado y logrado resultados en los propios hogares con la implementación de huertas caseras, que los participantes han construido en orden de replicar los conceptos y práctica adquirida. Además se ha obtenido un resultado positivo ya que se ha resuelto problemáticas de abastecimiento y seguridad alimentaria para los pobladores, también ha dado buenos frutos en el aspecto social ya que genera una visión con proyección y desarrollo dentro del territorio, generando arraigo y planes a futuro por los mismos habitantes.